Reinventarse a veces puede ser complejo, y Jaguar, la icónica marca inglesa, comienza a enfrentar el desafío de mantenerse vigente en la industria automotriz. El primer paso parece ser una drástica reducción en su gama de productos. Jaguar ha decidido descontinuar varios de sus modelos más reconocidos, manteniendo solo el SUV F-Pace en su portafolio.
La decisión de Jaguar de reducir su portafolio de productos se centra en la necesidad de adaptarse a las tendencias del mercado y a las regulaciones ambientales más estrictas. La compañía ha decidido mantener solo el F-Pace, un SUV que ha demostrado ser uno de sus modelos más populares y versátiles.
La información surge luego de una comunicación entre Adrian Mardell, director de Jaguar Land Rover USA y los inversionistas, donde confirmó que cinco productos serían "eliminados" y que eran "cercanos a cero rentabilidad".
"No estamos en el mercado de lujo masivo. Intentamos entrar en el mercado de lujo masivo, pero no funcionó muy bien" añadió Mardell.
Esto significa el fin de los modelos XE, XF, E-Pace e I-Pace terminarán su producción este año, además de su deportivo F-Type cuyo cese de producción fue confirmado hace unos meses. En nuestro mercado solo se ofrecen actualmente los I-Pace y F-Pace, por lo que se esperamos que el impacto de esta decisión sea mínimo.
En el futuro Jaguar se dedicará a la producción de vehículos más exclusivos, y el primer prototipo que implementará su nueva filosofía de diseño podría llegar a finales de este año.
Seguido a esto Jaguar Land Rover presentará tres modelos comenzando en el 2025, y el primero será un sedán de cuatro puertas fabricado sobre la nueva arquitectura Jaguar Electrified Architecture (JEA), que como dice su nombre, es para autos eléctricos y que promete una autonomía superior a los 700 km.
La apuesta de Jaguar de reducir su portafolio de productos y enfocarse en la electrificación llega en un momento donde sus ventas a nivel global se han reducido drásticamente. También contrasta con otros fabricantes como Mercedes-Benz, Stellantis y General Motors han retomado sus inversiones en modelos de combustión luego de la baja demanda por vehículos eléctricos.
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