El 2023 fue un año de recuperación económica, con buen dinamismo en la industria automotriz y, hasta octubre, un país que estaba marchando bien. Sin embargo, todo Panamá se afectó por la aprobación de la Ley 406, del contrato entre la empresa First Quantum Minerals y el Estado.
Por errores de liderazgo por negociar un contrato y poca habilidad para generar consenso de parte de las autoridades se registraron protestas, actos vandálicos y cierres de vías. El caso nos dejó algunas lecciones para tomar en cuenta.
Gracias a las acciones de fuerza diferentes sectores de la economía se perjudicaron como la agricultura, el turismo, la Logística, el transporte interurbano, entre otros. Las marchas como las de la Cinta Costera fueron multitudinarias y efectivas. Pero en otros casos, debemos, como ciudadanos, mejorar nuestras maneras de expresarnos. Debiéramos entender que:
Cerrar una calle no es presionar al Gobierno. Hay que entender que manifestarse cerrando el paso a los ciudadanos, camioneros, choferes o taxistas solo logra afectar los derechos de las personas a circular libremente. En casos extremo, las ambulancias no pudieron circular.
Se necesitan soluciones marítimas para la movilidad. Solo una empresa brindó el servicio de ferry entre la ciudad y el interior, cuando se vivió una de las peores crisis de falta de conexión por vía terrestre. No hay infraestructura adecuada. Se necesitan inversiones.
La Panamericana debe ser respetada. Esta vía internacional es fundamental y cuando haya algún descontento no debería convertirse en costumbre impedir el paso, una medida violenta que pone el peligro la esencia de Panamá como país logístico, conectado a Centroamérica.
Las autoridades deben hacer respetar el derecho de paso. Dejar que todo se arregle solo y no atender los reclamos es una posición cómoda y poco efectiva. Los funcionarios, desde el Presidente y sus ministros, deben buscar reabrir las calles, propiciar instancias de diálogo y ser más proactivos en la búsqueda de una solución para desbloquear el país.
Chiriquí es dependiente. Es fundamental que Chiriquí y Bocas del Toro mantengan sus entradas abiertas para recibir gasolina y gas licuado, dos productos esenciales que golpearon a todos, desde los microempresarios, pasando por las familias y la economía en general, de esas dos provincias.
Panamá necesita a Chiriquí. La provisión de alimentos viene principalmente de Tierras Altas chiricanas. Cerrar el paso a los camiones con verduras fue un golpe duro a los productores y consumidores. La escasez y el alza de precios afectó a las familias más vulnerables.
El tren es una alternativa en la logística. Mover carga por vía férrea resultó ser de gran ayuda cuando los camiones estuvieron bloqueados. Una escena lamentable fue el bloqueo al paso del tren en Cuatro Altos, Colón.
El metro fue la solución en la ciudad de Panamá. El Metro Bus, la mayor parte del tiempo ayudó a la movilidad de las personas. En algunas ocasiones su servicio se interrumpió por problemas de seguridad.
El derecho a cerrar calles no está consagrado en ninguna Ley. Bloquear la Panamericana o las calles de Panamá es una medida violenta en contra del derecho a circular, a trabajar y estudiar. Hay que ser creativos para expresar un rechazo o una opinión.
Los corredores son claves. El Corredor Norte y Sur son estratégicos. Lograr detener a quienes afectan el libre paso de los ciudadanos nos invita a aprender a manifestarse de forma pacífica. Se necesita tener empatía con aquellos que necesitan movilizarse.
Deseamos que no haya más crisis como ésta, que las autoridades lideren y actúen en consenso con el electorado. Los políticos deben recuperar la confianza de la sociedad. Por otro lado, esperemos que las personas sepan cómo manifestarse sin provocar perjuicios a otras personas.
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